Seattle sí es la Ciudad Esmeralda

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Maria de Lourdes Victoria habla y nosotros escuchamos muy atentos. Ni una mosca se mueve en el aula de la biblioteca central de Seattle. Ella dice que la película del mago de Oz tiene una escena clave. ¿La han visto? Al comienzo de la película Totó, el perrito de Dorothy, muerde a la vecina. Después de eso la vecina se lo lleva para que el sheriff lo mate, pero Totó escapa y regresa con Dorothy. Dorothy decide fugarse con Totó. Un poco después, Dorothy pierde la conciencia y un tornado nos lleva a todos al mundo tecnicolor del mago de Oz.

Todo lo que vemos en el resto de la película es consecuencia de la mordida. Con esa escena conocemos a la protagonista, Dorothy, y a la antagonista, la vecina. Por esa escena sabemos que el mundo del mago de Oz al que entraremos no es real, sino la extensión del mundo que vive en el subconsciente de Dorothy. En la película vemos que la vecina se convierte en la bruja malvada, y los tres peones de la granja se convierten en el león, el hombre de hojalata, y el espantapájaros. Aunque sabemos que estamos dentro del sueño de Dorothy, la película nos fascina y la magia del mundo de Oz se hace realidad frente a nuestros ojos.

Cuando escribimos- nos dice María de Lourdes Victoria- hay que tener en cuenta el tiempo, el espacio, y el nivel de realidad de nuestra historia. Esa escena de la película del mago de Oz es algo en lo que debemos pensar cuando nos sentamos a escribir, pero hay otra cosa muy importante que también debemos definir cuando escribimos: debemos encontrar la respuesta a la pregunta ¿Quién está narrando la historia?

Acá les tengo cuatro ejemplos, cuatro narradores distintos describiendo la misma escena. Ella nos dice mientras se prepara a leer sus notas. Ahí les va el primer ejemplo:

Las medias sucias sabían terrible, pero su gusto rancio no me quitaba el espíritu de gloria. Yo no tolero la maldad y la crueldad, y esta bruja con disfraz de vieja se merecía una y mil mordidas. Dorothy, mi amada ama, celebra conmigo nuestra valiente venganza. ¡Abajo la tiranía de las vecinas amargadas!

María de Lourdes Victoria levanta los ojos de sus notas y nos mira. Esa fue una narración en primera persona por el que está realizando la acción, en este caso Totó que muerde la vecina. Acá les va el segundo ejemplo:

La peor de mis pesadillas estaba pasando frente a mis ojos. Mi querido Totó perdió la cabeza y mordió a la bruja. Lo vi como si estuviera pasando en cámara lenta. Vi sus ojos abrirse enormes, la cara de lobo que jamás había visto antes. La maldad de la vecina, por un instante, me hizo ver la fiera que vivía dentro de mi mascota. Y por más que yo trate, yo sé que esa imagen nunca se me va a borrar de la mente.

De nuevo María de Lourdes Victoria levanta los ojos de sus notas y nos dice: narración de primera persona, en este caso Dorothy que es testigo del momento cuando Totó muerde a la vecina. Acá les va el tercer ejemplo:

Me duelen mucho los brazos y tengo cansadas las alas, ya son muchas horas de cargar esta pesada piedra y sólo puedo pensar en regresar al castillo a comerme una banana. Pero nuestra misión vale la pena, todos conocemos la injusticia cometida. Todos hemos escuchado la historia de la horrible bestia que mordió a nuestra ama. Fue una agresión gratuita, injustificada, llena de malicia. Totó clavó los colmillos afilados destrozando la tierna carne, sin motivo y sin compasión. Yo lo sé, todos lo sabemos, está en nuestras canciones, y está en las imágenes que pueblan las pesadillas de nuestros hijos. Pero ya falta poco, no vamos a rendirnos. La venganza, aplastante y definitiva, va a llegar muy pronto.

Este ejemplo es el de un narrador que no fue testigo, pero al que le contaron que Totó mordió a la vecina. Y el último ejemplo es el del narrador omnisciente. Recuerden de no confundirlo con omnipresente, que ese es sólo dios. Este es el narrador que no participa en la historia pero que sabe todo lo que está pasando, todo lo que pasará, y todo lo que los personajes están pensando. Ahí les va:

Dorothy conoció el horror en el preciso instante que Totó mordió a la vecina. Ella pudo ver la fiera que antes se escondía detrás de la cara inocente de su perrito, y el miedo se metió debajo de su piel para siempre. Totó por otro lado sintió la libertad que da defender a quien amaba con valentía y dejó de ser mascota de regazo para ser por fin el animal primitivo. Ese día marcó un cambio en la relación de Dorothy y Totó, y ellos lo notaron en ese mismo momento. De lo que no se dieron cuenta es que en ese mismo instante se convirtieron en los grandes villanos, en el material eterno de las historias en la aldea de los monos alados.

Apenas Maria de Lourdes Victoria terminó de leernos sus ejemplos apareció la imprescindible Marcela Calderón Vodall con una caja de zapatos en sus manos. Ni nos dimos cuenta cuando había entrado al aula, como de costumbre ella llegó en el momento preciso, como por arte de magia. Mientras le pasaba un par de zapatos color rubí a María de Lourdes le preguntó:

¿Tú crees que ya están listos?

Sólo hay una manera de saberlo – respondió ella mientras se ponía los zapatos rubí. Sin darnos tiempo de entender lo que estaba pasando, golpeó sus talones juntos y repitió tres veces:

No hay lugar como el hogar.

No hay lugar como el hogar.

No hay lugar como el hogar.

Las palabras de María de Lourdes Victoria conjuraron un tornado dentro de la biblioteca central de Seattle. El viento aullaba y hacía temblar los vidrios del edificio. Me comencé a preguntar si el tornado nos levantaría a todos en vuelo y nos llevaría a Veracruz, el hogar materno de Maria Victoria, o si nos llevaría a cada uno de nosotros a nuestros respectivos países. Hasta me alcancé a preocupar porque no cargaba mi pasaporte. Pero el tornado no se llevó nada ni a nadie, por el contrario nos trajo muchas cosas:

Nos trajo libros en español, desde Pérez-Reverte hasta Cortázar; nos trajo sonidos de charangos, quenas, y flautas; nos trajo sabores de empanadas, pupusas, y enchiladas; y sobre todo nos trajo la esperanza muy grande de que este, nuestro nuevo hogar, sea tierra fecunda para niños bilingües, orgullosos de sus raíces, ciudadanos ejemplares de la nueva patria.

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