Dicen que la muerte
anda a diario en casa,
que te endulza con comida
y de diabetes te mata.
Pero pocos saben
que cuando ella te abraza
la muerte te dice,
no soy hambre,
no soy frío,
y sobre todo
no soy amarga.
Ven a mi dulce lecho,
ven a mi noche calma,
soy como el pan dulce,
soy alegría para tu alma.