Poema seleccionado en el Cuarto certamen literario Seattle Escribe 2020 y parte de la antología «Efectos Secundarios».
Con mirada ausente,
pienso en mi familia.
Nada como el presente,
se acaba la vigilia.
Las palabras se bifurcan
como el bus que no llegó.
Aquellos que luz buscan,
la oscuridad los segó.
Ángel de los bares,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día.
Vivo en abstinencia.
Ayer casi me morí,
desarrollé resistencia,
me excedí y renací.
¿Cuántas veces se rebota?
Antes de darte cuenta
que lo vida no da nota.
Que hay paz en la tormenta.
Cerrados los dulces ojos
fermentos de la existencia.
Ayer fruto de antojos,
hoy extraño su presencia.
Mi vida se avinagra,
la parca me lo robó.
Amor tomó un Viagra,
su corazón se paró.
Como una simple voz
genera una avalancha.
La ley fue mi altavoz,
yo tuve mi revancha.
La misma compañía
que se llevó mi amor,
que mi vicio surtía,
sufrió el rayo vengador.
Millones y millones
pagaron después de todo.
Tardías retribuciones
que me sacaron del lodo.
Paradoja es cuando
tras la tormenta queda
la mariposa aleteando,
en el jardín de la seda.
Pagué la universidad
de todas mis sobrinas.
Futuro con claridad:
son buenas bailarinas.
No hay mal que dure cien años,
ni cuerpo que lo resista.
Con el pasar de los años
me he vuelto un optimista.
Hoy vivo en sobriedad
rodeado de familia.
¡Tanta felicidad!
De aquí nadie me exilia.
Puede encontrar la antología de escritores del Estado de Washington «Efectos secundarios» y otras antologías en http://seattleescribe.org/antologias/