Sentada en la banca inmóvil. Agotando el pozo de tu paciencia, tormentas en tu conciencia, tu sonrisa tan nublaba. Pero de pronto las niñas de tus ojos se ponen los impermeables, se ponen las botas de hule, y saltan, y saltan, y saltan. Dichosas saltando en tus charcos, charcos del alma. Ellas dicen jugando que ya vamos a llegar, a llegar, a llegar. Ya vamos a llegar.