Amor de Dragón

Que viva siempre el amor de dragón 
feliz flotando en una nube de humo.
Viva quien bebe del rico totumo,
viva quien vive con buche tragón.

El dragón no es malo ni santurrón,
disfruta sabores en grado sumo.
También duerme siesta bajo el Yarumo,
para de noche poder ser dragón.

Debora en la noche sus apetitos,
dejando que el día crezca las flores.
Amor que no deja frutos marchitos.

Dice la vida trae mil labores, 
disfruta la vida de a momentitos. 
Así va dragón, sin tantos dolores.

Las Claves Para Entenderlo Todo

Mis luces alcanzan a mostrar unas formas borrosas en el oscuro abismo. Apago la alarma de mi escafandra para evitar distracciones. Ya sé los riesgos. Sumergidas están las claves para entenderlo todo, pero si te descuidas también puede estar tu sepultura, bajo toneladas de escombros. Las estructuras inundadas se conservan a la vez magníficas y mortíferas.

Este planeta tenía una civilización de orgánicos. Mis colegas aseguran que está extinta. Ejemplo clásico, dicen. Cambio climático, refugiados, inestabilidad política, guerra nuclear. Yo estoy seguro que están equivocados. Nado lentamente hacia algo que parece una escotilla. Pongo mi tentáculo sobre el vidrio, y espero.

Súbitamente una mano de cinco dedos se pone contra el vidrio. Como saludando.

La alegría me dura solo unos segundos. Con el ruido ensordecedor, cada vez más fuerte, me doy cuenta que las claves para entenderlo todo seguirán, todavía, sepultadas.

Calaverita literaria a la Superintendente de escuelas públicas de Seattle.

Enviado al Concurso de Calaveras literarias de WAGRO, 2019. No ganó premio o reconocimiento. Dos años más tarde la superintendente se fue sin pena ni gloria, con el contrato no renovado.

A la Juneau en Seattle
 le encanta la pelea,
 armada de ideología
 hasta a los niños matonea.

 Pone padres contra padres,
 dividiendo más el distrito,
 gusta saltarse las reglas,
 dice no al diálogo y sí al grito.

 Pobre superintendente
 creyó que iba a ligas mayores,
 pero la agarró un infarto,
 terminó donde los pecadores.

 Don diablo le dijo cariño
 acá tendrás larga estancia,
 un año por cada niño 
 que condenaste a la ignorancia.

 Está el camino al infierno
 empedrado con tus intenciones,
 te trajeron acá tus palabras
 pero también malas acciones.

 A los maestros regalaste
 promesas hechas de viento,
 mataste mentes brillantes,
 solo para obtener un aumento.

Kam Lu wantán

Monólogo seleccionado en el Tercer Certamen Literario Seattle Escribe 2019 y parte de la antología «Los Sabores de mi Tierra».

 “Al golpe del oro solar
 Estalla en astillas
 El vidrio del mar.”
Juan José Tablada

¿Chifa amigo?

¡Ven!

Acá mismo.

¡Ven amiga!

¡Ven amiguito!

Comida rica de Cantón.

Sin mentirte señor, la mejor fonda entre Cañete y Lima. Servimos bien taipá.

Acá estaciona tu Packard señor, mi sobrino te lo cuida todo el tiempo que estés en la fonda.

Pasen, siéntense, hay ambiente familiar.

¿Si vieron? Ya les cambió la cara. Huele rico. ¿No?

Huele dulcecito. ¿No les digo? Es el chanchito asado.

¿Huelen también el ajonjolí? Bien doradito, recién tostado.

¿Acá frente a la ventana? Perfecto, con mesa mirando al mar y con vista a las barquitas de pescadores.

¿Les abro un poco la ventana para que les refresque la brisa?

¡Buena vista y buena comida señora!

¡Qué lindo! Mira, hasta el celeste del cielo combina con tu sombrero señora. Y en la radiola tocando esa voz de Tito Guízar. Ni que supieran en la radio que ustedes estaban llegando. ¡Recepción de lujo!

Hoy tenemos arroz chaufa con chancho, uñitas de cangrejo con langostino fritas, rollito primavera, wantán frito con salsa de tamarindo, lomito saltado, y el mejor Kan lu wantán que hayan probado en su vida.

Sin mentirte, el mejor wantán de este lado del Pacífico.

No te rías que es verdad. Mi abuelo cocina los wantán fresquitos a pedido. Él vino de Cantón, señora, de familia de pescadores y de cocineros.

Sí claro, ¡Sus wantanes son legendarios! Cuando los muerdan la crocante les va a poner a bailar las muelas. Van a tener un terremoto de alegría en los dientes. Sentirán en su boca el golpe del oro solar. Se los digo. Su relleno es fresquito, y cuando lo abran el vapor se les va a meter a la nariz y mmmmmmm. El aroma les va a traer memorias de puertos orientales, con muelles que huelen a dulce añoranza y a tierna cebollita china. O al menos eso dice mi abuelo, porque yo a China nunca he ido, ni sé a que huele Cantón ni sus muelles, lo que sí sé es que a todo el mundo le encantan los wantanes.

Viene gente de Lima hasta acá solamente para probar los wantanes. Vino hace unos años el periódico y le tomó fotos a mi mi abuelo friendo el wantán y todo.

Es un maestro de los wantanes mi abuelo. Con una sola mano los hace sobre la paila con aceite, con una sola mano ahí mismo los fríe.

No señor, es que mi abuelo perdió un brazo hace muchos años moliendo caña en la hacienda. Por eso usa solo una mano en la cocina. Muy bravo mi abuelo, dicen que a la semana siguiente del accidente ya regresó a trabajar. Cuando el patrón lo quería mandar al galpón a reposar mi abuelo le respondió que “Las deudas no se pagan acostado” y siguió trabajando. Bien bravo que es él, pero con un solo brazo no rendía lo mismo en la molienda. Lo sacaron del trapiche a ayudar en la casa hacienda, y allí fue donde conoció a mi abuela que trabajaba en la cocina.

Si señora, mi abuelo bromea que pagó un brazo para poder conocer a mi abuela. Dice que pagaría el precio de nuevo sin dudar, pero si fuera el mismo brazo, porque si es el otro brazo, con el que prepara su famoso wantán, otro gallo cantaría. Se lo tendría que pensar un minuto.

Apenas mi abuelo terminó su contrato con el patrón y pagó su deuda, ahí mismito se casó con mi abuela. Dicen que el hacendado lloraba en la boda como si fuera velorio. Se le iban a ir los wantanes y los postres los dos el mismo día. Mis abuelos se fueron de la casa hacienda y pusieron una picantería en el mercado. Les fue tan bien que a los pocos años ya compraron este local en la playa, que antes era de quincha, barro, y caña, pero ahora como lo ven está con su baldosa, columna de hierro, y techo de calamina. Hasta tenemos radiola de baquelita y frigider para los helados.

Mi abuela ya falleció, pero le pasó todos los secretos de repostería a mi tía, que cocina en la fonda. Mi abuela aprendió todo en la casa hacienda, viendo cocinar a las negras ya entradas en años, de esas que adoraban al Mariscal Ramón Castilla. Mi tía, la que hace los postres, aprendió de mi abuela desde niña, viéndola cocinar acá en la fonda. Mejor dicho, acá tenemos postres de tradición, postres históricos, postres riquísimos. Recetas criollísimas, pasadas de boca en boca desde la época del virreinato, en la república, y ahora en la dictadura. Digo, disculpe, que a veces me distraigo. Tenemos una mazamorra morada más oscura que noche sin luna, y tan espesa que dobla la cuchara que le metan. Tenemos también un arroz con leche más dulce y más suave que el de monjitas de convento. Hoy tenemos también helado de lúcuma, cremoso y refrescante, para el joven, por si se les antoja.

Sí señora, este es un negocio familiar. Mi mamá trabajó acá hasta que se casó, y mi papá es carpintero. Toda la decoración y los muebles de la fonda son de su mano. Mi papá es cantonés, y mi mamá tusán. Yo salí morenito porque le salí más al lado de mi abuela. ¿O pensaste que me había bronceado mucho al sol? Es que el tusán de verdad viene de todos los colores. También dicen que el amor es ciego, o anda con los ojos cerrados. Aunque a veces como que el amor abre un ojito y lo guiña, ¿no cierto? ¡Pero a lo que vamos! Que ya me estaba desviando.

Te recomiendo el Kam lu wantán.

Les prometo que si lo prueban toda la vida se van a acordar. Es una cama de wantán y cerdito asado en tajadas, cubierta con salsa de tamarindo de verdad, y encima una nube de langostino fresquecito, saltado en aceite de ajonjolí con pollo cortado delgadito, y un toquecito de kion y estrellas en astillas, con piña dulce de Tumbes, sillao importado de Taiwán, y pimentón, cebolla, y holantao recién sacados de la chacra. Para rematar: una nevada de semillas de ajonjolí.

No importa si es en cincuenta años, o en otras tierras, o en frente a otros mares, les juro, de este plato se van a acordar. ¡Les va a saber a añoranza para toda su vida!

Con eso te digo todo.

¿Cómo?

Sí señora, te podemos traer dos vasos de chicha morada o si lo prefieres una jarra. ¡Listo! Para el señor una cerveza Cristal, y una jarra de chicha morada con dos vasos para la señora y el joven. Una porción de uñitas de cangrejo y langostino, un Kam lu wantán, y un arroz chaufa familiar. Escogieron muy bien, pero dejen espacio para el postre.

Ya regreso. ¡Gracias!

Texto seleccionado para la Tercera Antología de Seattle Escribe «Los Sabores de mi tierra» http://seattleescribe.org/antologias/

Soneto de papa y cebolla

 Cajas de cartón con papa y cebolla, 
 triste cartón que acompaña mi hambruna.
 Verdad que contra el hambre no hay vacuna, 
 solo filas para papa y cebolla.

 Pongo todo lo que tengo en una olla,
 mientras respiro aire y observo la luna.
 Ceno mis memorias una por una, 
 y la agridulce nostalgia me enrolla.

 Ya me levanto y saco la guitarra,
 olvido el vacío de cuarentena
 y canto como en mis tiempos de farra.

 Canto desvariando, con magra cena.
 ¿Cuanto quisiera yo comer mojarra,
 de esas que te fríen en Cartagena?

Soneto enviado como colaboración al proyecto: Poemas para la cuarentena. Un poemario virtual hecho en comunidad para sobrellevar el encierro. Al parecer nunca llegó a tiempo. Típico del año 2020 donde faltaron muchas cosas, y otras nunca llegaron. (http://poemasparalacuarentena.seattleescribe.org/)

Cuartetas del tío feliz

Poema seleccionado en el Cuarto certamen literario Seattle Escribe 2020 y parte de la antología «Efectos Secundarios».

 Con mirada ausente,
 pienso en mi familia.
 Nada como el presente,
 se acaba la vigilia.

 Las palabras se bifurcan
 como el bus que no llegó.
 Aquellos que luz buscan,
 la oscuridad los segó.

 Ángel de los bares,
 dulce compañía,
 no me desampares
 ni de noche ni de día.

 Vivo en abstinencia.
 Ayer casi me morí,
 desarrollé resistencia,
 me excedí y renací.

 ¿Cuántas veces se rebota?
 Antes de darte cuenta
 que lo vida no da nota.
 Que hay paz en la tormenta.

 Cerrados los dulces ojos
 fermentos de la existencia.
 Ayer fruto de antojos,
 hoy extraño su presencia.

 Mi vida se avinagra,
 la parca me lo robó. 
 Amor tomó un Viagra,
 su corazón se paró.

 Como una simple voz
 genera una avalancha.
 La ley fue mi altavoz,
 yo tuve mi revancha.

 La misma compañía
 que se llevó mi amor,
 que mi vicio surtía,
 sufrió el rayo vengador.

 Millones y millones
 pagaron después de todo.
 Tardías retribuciones
 que me sacaron del lodo.

 Paradoja es cuando
 tras la tormenta queda
 la mariposa aleteando,
 en el jardín de la seda.

 Pagué la universidad
 de todas mis sobrinas.
 Futuro con claridad:
 son buenas bailarinas.

 No hay mal que dure cien años,
 ni cuerpo que lo resista.
 Con el pasar de los años
 me he vuelto un optimista.

 Hoy vivo en sobriedad
 rodeado de familia.
 ¡Tanta felicidad!
 De aquí nadie me exilia.

Puede encontrar la antología de escritores del Estado de Washington «Efectos secundarios» y otras antologías en http://seattleescribe.org/antologias/

Calavera de la abuelita

Co-Ganadora Segundo Lugar Calaveritas Nacionales Concurso WAGRO 2020.

 Hoy me llaman "esencial",
 pero el voto me lo niegan.
 "Trabajador ideal",
 y con la migra me friegan.

 La enfermera, inmigrante ella,
 el teléfono habilita.
 Hoy vi morir en pantalla,
 digo adios a mi abuelita.

 Calaca, te la llevaste,
 sin que viera a su bisnieta.
 El corazón nos quebraste,
 dejando mi mente inquieta.

 ¿Por qué muerte te me llevas
 a mi abuela que era buena?
 Habiendo mil sobalevas,
 ricachones, y sin pena.

Soneto para la profesora Rita

 De rima simple y robótica métrica,
 con razón la profesora se queja.
 Del rimero flojo, que rima deja,
 aunque sea obvia, ciega, tonta, y tétrica.

 Mi pluma es aritmética y simétrica.
 Confieso que mi rima no es pareja.
 Lo que escribo poesía asemeja,
 pero mi inspiración es milimétrica.

 Si he de sincerarme, profesora,
 yo no llego ni a ser pobre rimero.
 Hice en rima astronauta a la señora.

 Hice cornudo y rosado el sombrero.
 Siempre me ayudó la computadora.
 A falta de talento, ¿Qué más quiero?

Dedicado con agradecimiento a la profesora Rita Wirkala de Seattle Escribe, que con su conocimiento, generosidad, y buen humor ayuda a que mis escritos entuertos sean menos peores y más mejores.

Tú ya debes intentar #DíaMundialDeLaPoesía

Tú ya debes intentar

Caramba, hoy es marzo veintiuno,
todo el mundo a celebrar,
Neruda, Lorca, y Unamuno,
Mistral, Storni, y Yourcenar.

Yo solo una vez al año
que escribo una poesía,
cuento sílabas y engaño,
pura charlatanería.

Porque tengo el alma chica,
alegrías con raspones,
carencias de gente rica,
soy poeta de mojones.

Pero sí hay algo de valía
que podemos acordar:
si yo escribo poesía,
tú ya debes intentar.